Del
gobierno de los vivos[1] es un
curso bisagra: constituye la primera de las indagaciones que Michel Foucault
lleva a cabo en el campo de la ética en el Collège de France. "¿Cómo
es posible que, en la cultura occidental cristiana, el gobierno de los hombres
exija de parte de quienes son dirigidos, además de los actos de obediencia y
sumisión, ‘actos de verdad’ que tienen la particularidad de requerir que el
sujeto no solo diga la verdad, sino que la diga acerca de sí mismo, de sus
faltas, de sus deseos, del estado de su alma?", se pregunta. Este
interrogante lo lleva de una relectura del Edipo rey de Sófocles al
análisis de los "actos de verdad" propios del cristianismo primitivo,
a través de las prácticas del bautismo, la penitencia y la dirección de
conciencia. Así, se ocupa de los actos mediante los cuales se convoca al
creyente a manifestar la verdad de lo que él mismo es, en cuanto ser
indefinidamente falible. Desde la expresión pública de su condición de pecador
en el ritual de la penitencia hasta la verbalización minuciosa de sus
pensamientos más íntimos en el examen de conciencia, lo que vemos perfilarse es
la organización de una economía pastoral centrada en la confesión. En este
curso, dictado en el primer trimestre de 1980, Michel Foucault prosigue con la
historia de los "regímenes de verdad" que atraviesa toda su enseñanza
en el Collège de France, pero somete dicho recorrido a un viraje
fundamental. La exploración, iniciada en el campo de lo jurídico y lo judicial,
había seguido en el campo político, con la temática de las relaciones de
poder-saber y, luego, de la gubernamentalidad. Aquí se extiende al campo de las
prácticas y las técnicas de sí, dominio de la ética que Foucault ya no
abandonará.
Pierre Hadot y Michel Foucault: de los ejercicios espirituales a las “prácticas de si” por Michael Chase
Es un placer para mi expresar mi reconocimiento al Departamento de Filosofía de La Universidad de Guadalajara, y más específicamente al Profesor Fernando Leal, por haberme tan amablemente invitado a hablarles un poco sobre un hombre que fue mi maestro en París, Pierre Hadot. Cuando tuve la ocasión, gracias a una beca del gobierno canadiense, de hacer mis estudios para el Doctorado en Historia de la Filosofía, decidí irme a París para estudiar bajo la dirección de Pierre Hadot, autor del mejor libro sobre la filosofía neoplatónica que yo conociera, Porfirio y Victorino (publicado en 1968). Le mandé mi tesis de maestría, igualmente sobre el filósofo neoplatónico Porfirio, y Hadot me aceptó, aunque me tuve que inscribir bajo la dirección de su sucesor Philippe Hoffmann, ya que en ese entonces -estamos en 1987 -Pierre Hadot ya era Profesor en el Colegio de Francia, un establecimiento que no otorga grados universitarios. Sin embargo, seguí sus cursos en e...

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