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Foucault: La filosofía como desprendimiento de sí mismo




Tras veinte siete años de su repentino fallecimiento Différance[1] no puede dejar de recordar, tal como lo hacía Gilles Deleuze esa mañana del 25 de junio de 1984 en el patio del hospital Salpêtrière, el breve fragmento de la introducción general de L’Usage des plaisirs, (1984), Le Souci de soi (1984) y el aún no publicado Les Aveux de la chair. En el mismo Foucault, presto a explicar el por qué de ciertas modificaciones en lo concerniente a su investigación y a los contenidos de ésta, ocho años después de la publicación del primer tomo de la Historia de la sexualidad: La voluntad de saber (1976), esboza el papel de la filosofía como trabajo crítico del pensamiento sobre sí mismo y como un ejercicio (ensayo) de desprendimiento modificador de sí mismo.

Se ofrece el texto del propio Foucault y la traducción del mismo al castellano.

Le motif qui m’a poussé, en revanche, était fort simple. Aux yeux de certains, j’espère qu’il pourrait par lui-même suffire. C’est la curiosité; la seule espèce de curiosité, en tout cas, qui vaille la peine de être pratiquée avec un peu d’obstination: non pas celle qui cherche à s’assimiler ce qu’il convient de connaitre, mais celle qui permet de se déprendre de soi-même, Que voudrait l’acharnement du savoir s’il ne devait assurer que l’acquisition des connaissances, et non pas, d’une certaine façon et autant que faire se peut, l’égarement de celui qui connait? Il ya des moments dans la vie où la question de savoir si on peut penser autrement qu’on ne pense et percevoir autrement qu’on ne voit est indispensable pour continuer á regarder ou á réfléchir. On me dira peut-être que ces jeux avec soi même n’ont qu’a rester en coulisses; et qu’ils Font, au mieux, partie de ceux travaux de préparation qui s’effacent d’eux-mêmes lorsqu’ils ont pris leurs effets. Mais qu’est-ce donc que la philosophie aujourd’hui –je veux dire l’activité philosophique- si elle n’est pas le travail critique de la pensé sur elle-même? Et si elle ne consiste pas, au lieu de légitimer ce qu’on sait déjà, a entreprendre de savoir comment jusqu’ou il serait possible de penser autrement? Il y a toujours quelque chose de dérisoire dans le discours philosophique lorsqu’il veut, de l’extérieur, faire la loi aux autres, leur dire ou est leur procès en positivité naïve; mais c’est son droit d’explorer ce qui, dans sa propre pensé, peut-être changé par l’exercice qu’il fait d’un savoir qui lui est étranger. L “essai” –qu’il faut entendre comme épreuve modificatrice de soi-même et non comme appropriation simplificatrice d’autrui- est le corps vivant de la philosophie, su du moins celle-ci est encore maintenant ce qu’elle était autrefois, c’est à dire une “ascèse”, un exercice de soi, dans la pensé[2].

En cuanto al motivo que me impulsó, fue más bien simple. Espero que, a los ojos de algunos, pueda bastar por sí mismo. Se trata de la curiosidad, esa única especie de curiosidad, por lo demás que vale la pena de practicar con cierta obstinación: no la que busca asimilar lo que conviene conocer, sino la que permite alejarse de uno mismo. ¿Qué valdría el encarnizamiento del saber si sólo hubiera de asegurar la adquisición de conocimientos y no, en cierto modo y hasta donde se puede, el extravío del que conoce? Hay momentos en la vida en los que la cuestión de saber si se puede pensar distinto de cómo se piensa y percibir distinto de como se ve es indispensable para seguir contemplando o reflexionando. Quizá se me diga que estos juegos con uno mismo deben quedar entre bastidores, y que, en el mejor de los casos, forman parte de esos trabajos de preparación que se desvanecen por sí solos cuando han logrado sus efectos. Pero ¿qué es la filosofía hoy –quiero decir la actividad filosófica- si no el trabajo crítico del pensamiento sobre sí mismo? ¿Y si no consiste, en vez de legitimar lo que ya se sabe, en emprender el saber cómo y hasta dónde sería posible pensar distinto? Siempre hay algo de irrisorio en el discurso filosófico cuando, desde el exterior, quiere ordenar a los demás, decirles dónde está su verdad y cómo encontrarla, o cuando se siente con fuerza para instruirles proceso con positividad ingenua; pero es su derecho explorar lo que, en su propio pensamiento, puede ser cambiado mediante el ejercicio que hace de un saber que le es extraño. El “ensayo” –que hay que entender como prueba modificadora de sí mismo en el juego de la vedad y no como apropiación simplificadora del otro con fines de comunicación- es el cuerpo vivo de la filosofía, si por lo menos ésta es todavía hoy lo que fue, es decir una “ascesis”, un ejercicio de sí, en el pensamiento[3].


[1] Selección de imágenes y transcripción del texto por Fernando Alba. Contacto nelsonalba@hotmail.com
[2] FOUCAULT, Michel. Dits et écrits II1976-1988. París: Gallimard, 2001, p.1362.
[3] FOUCAULT, Michel. Historia de la sexualidad: II El uso de los placeres. Buenos Aires: Siglo Veintiuno, 2003, p, 11-12.

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